Marketing para elegidos medievales: 3. El Destino.

Esta es el final. La tercera parte de «Marketing para elegidos medievales«. Para entender la historia, no olvides leer la primera parte, Abramica y la segunda parte, Zeroica.

3. El Destino

– �Magalia! – gritan Phil y Federicus al un�sono.
– Llevo m�s de cuatro a�os esperando esto. Invert� lo que me quedaba de magia del destino en convertirte en El Elegido – dijo Magalia exasperada -. �Y ahora me sales con que te quieres suicidar?
– �Tu creaste a Phil para matarme? – pregunt� Federicus con voz entrecortada y herida.
– Argh. �Ni�os! Yo te lo di todo, Federicus. La mitad de mi magia del destino para convertirte en el rey y la mitad de mi vida para que esa espada, Zeroica, te mantuviera en el curso del destino.
– Entonces a mi… – interrumpi� Phil.
– A ti tambi�n te lo di todo, Phil – dijo Magalia -. La mitad que me quedaba de la magia para hacerte El Elegido y la mitad de mi vida en Abramica para mantenerte en curso.
– �Por qu�?
– Los porqu�s no importan. �Empiecen a matarse!

Phil se sent�a especialmente ultraviolento, tras todo el asesinato y muerte para llegar hasta ese punto. Dej� salir un profundo suspiro, agarr� su espada y la puso en el cuello de la bruja.

– Nos vas a explicar ya mismo o te har� caso y seguir� tu muerte en la lista.
– �No escuchaste nada de lo que te dije? – pregunt� Magalia -. Por eso tuve que enga�arte todo el tiempo. Eras el fuerte, pero no el inteligente Phil. Abramica s�lo representa la mitad de mi fuerza de vida, no me puedes matar s�lo con esa espada.
– �Qu� hay entonces si yo tambi�n quiero escuchar la verdad? – amenaz� Federicus, apuntando a la bruja con el filo de Zeroica.

La bruja revis� la situaci�n y reconoci� que debi� planear esto antes de aparecerse en el sal�n del trono. Se sent� en el suelo y sac� dos pergaminos viejos de entre su pecho. Las declaraciones del destino de Phil y Federicus.

– No, ustedes no son hermanos, ni primos, ni lazos raros familiares que generen sorpresa de ultimo momento – empez� Magalia -. Todo empieza con Sierra, la madre de Federicus. Era una cortesana de poco poder en la corte del anterior rey. Yo acababa de heredar la magia del destino tras la muerte de mi madre. No conoc�a el mercado y Sierra era mi primera clienta. Tienen que entenderme.

Phil y Federicus dejaron de apuntar sus espadas a Magalia y escucharon con atenci�n.

– Sierra quer�a un gran futuro para su hijo. Me convenci� de trabajar probono y crear una declaraci�n de destino. El destino es una cosa complicada. Hay reglas de acuerdo a los premios y riquezas que prometa y precios que pagar. Sierra quer�a que su hijo fuera un rey y los reyes tienen enemigos mortales. Cre� el destino, siendo Federicus el rey y su enemigo el fruto de una mujer que cabalgaba en un pony cerca de mi casa.
– �Mi madre? – pregunt� Phil.
– S�. Supongo. No me import� mucho el enemigo en ese momento. Es un requerimiento de la formula y un seguro de pago en caso que Sierra me embaucara.
– Si mi madre no ten�a mucho poder – dijo Federicus -. �Con qu� te pag�?
– Te dije que era probono. Me pag� con el 10% de los ingresos que generara el reino bajo tu mandato.

Federicus se llev� la mano a la cara y asinti� triste.

– ��El reino a duras penas se mantiene con una deuda externa! Eso tiene a los dem�s pa�ses a las puertas de una guerra mundial en mi contra – acert� Federicus.
– �Exactamente! – grit� Magalia -. Eres un incompetente debilucho incapaz de apretar un poco a su pueblo para pagarme como es debido. As� que despu�s de diez a�os de tristes ganancias, me cans� de esperarte. Cre� tu campa�a de maldad para empujarte un poco a mejorar los dividendos del reino. Orden� en tu nombre un par de masacres y cuando nada m�s dio resultado, decid� activar a tu enemigo.
– �Entonces los �ltimos seis a�os de mi vida han sido para vengarte de Sierra? – pregunt� Phil.
– �Eso quisiera yo! – dijo Magalia cansada -. El destino hace que el universo conspire para que cumplas tu misi�n, pero cada persona decide qu� hacer con su vida. Te quedaste un a�o entero en tu pueblito pensando si te hablaba en serio. �Tuve que masacrar tu familia en nombre del rey para que te movieras! Luego conociste al drogadicto de Eduardo y a la in�til de Andarela. Sexo y drogas por tres a�os. �Tres a�os! Si no se hubieran muerto, seguir�as de fiesta sin cumplir con tu destino.

Un silencio incomodo se mantuvo en la sala. Phil, Magalia y Federicus se miraban entre ellos. Ninguno muy seguro de qu� hacer a continuaci�n. Magalia se rasc� la cabeza, volte� sus ojos en desaprobaci�n, tom� las puntas de ambas espadas con sus manos y las apunt� a su pecho.

– �M�tenme!
– �Qu�? – preguntaron Phil y Federicus.
– Miren, gast� toda mi magia del destino en darles a ustedes las dos estupidas declaraciones. Mi magia s�lo vuelve si cumplen las profec�as. Si ninguno va a matar al otro, estoy jodida. Soy inmortal como ustedes hasta que las dos fuerzas de mi vida, Abramica y Zeroica, me asesinen.
– No – dijo Federicus -. Todo esto no tiene sentido. Pudiste incluir en las declaraciones de destino que yo definitivamente iba a morir a manos de Phil o que Phil definitivamente me iba a matar o… no s�, esto suena a que te lo inventaste en el camino.
– Mira ni�o, te puedo explicar en aburrid�simos detalles las reglas oscuras e indescifrables de c�mo funciona el destino. Contar el ritual con el que mi madre me hered� el poder y explicar con eso porqu� todo esto tiene sentido. Pero si lo hago va a sonar a que me estoy inventando mierda para poder terminar la historia. As� que por qu� no me matan y acaban con esto de una vez.
– �Bah! Hagan lo que quieran – dijo Phil lanzando su espada al suelo y saliendo de la habitaci�n -. Me voy al bar a vivir la vida.
– Yo tambi�n – dijo Federicus y�ndose tras Phil.

Magalia se qued� sola, sentada frente a las dos espadas que representaban sus contratos y enlaces con el par de idiotas que hab�an hecho de sus �ltimos diecis�is a�os un infierno. Tom� a Abramica y a Zeroica, hizo un r�pido encantamiento y, ahora que eran suyas, rompi� los contratos y las convirti� de vuelta en energ�a de vida. Se ri� discretamente de los dos muchachos, se rob� tanto oro como pudo encontrar en el sal�n del trono y desapareci� jurando jam�s volver a trabajar probono.

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Inspirado en una vida de saturaci�n de cultura pop medieval m�gica. Fuck you Dio. Fuck you Tolkien.
Marketing para elegidos medievales.

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